El Caballo en el Prado. ¿Qué debemos saber?
EL CABALLO EN EL PRADO. ¿QUÉ DEBEMOS SABER?
El caballo que tenemos suelto en el prado puede permanecer en dos tipos de regímenes: puede pasar la noche estabulado y lo sueltan por el día, o puede ser que el caballo viva en libertad en el prado y que tenga algún cobertizo para protegerse en la noche. Para esto es importante tomar medidas en cuanto a cómo es la zona, el terreno, la posición y el drenaje tomando como referencia la cantidad de caballos y las necesidades de cada uno.
El prado debe disponer al menos de 4000 m2 por caballo, cerrado con vallado cuidando que no sea peligroso para el caballo y que no le pueda provocar lesiones. Éstos pueden ser de setos, de madera, de alambre liso o con espino o eléctrico.
Debemos pensar en el tipo del terreno donde vamos a soltar a nuestro caballo. En el caso de que este terreno sea muy húmedo, convendrá soltarle unas balas de paja esparcidas para que pueda acostarse y descansar.
Una cosa a tener en cuenta es, que si tenemos varios caballos siempre en el prado y no va a realizar ningún tipo de esfuerzo y el terreno no es demasiado duro, es recomendable quitar las herraduras si lleva. Con esto podemos evitar, si hay enfrentamientos, que se lastimen. También es conveniente que vigilemos el estado de sus cascos para recortarlos si fuera necesario y controlar que no tenga ninguna grieta o rozadura que le pueda provocar alguna infección. Esto es muy importante sobre todo si el pasto es húmedo, puesto que la córnea tendrá tendencia a reblandecerse a causa de la humedad, provocando que los cascos se deformen, se anchen y se abombe la suela.
Debemos tener en cuenta la cantidad y la riqueza del pasto que puede ingerir el animal en el prado, ya que si ingiere demasiado es perjudicial para su salud. En cambio, si la cantidad o la calidad que el caballo pueda comer en el prado no son abundantes será necesario aportar algún tipo de pienso o forraje para que se mantenga en buen estado de salud y de condición física y evitar así que pueda coger algún tipo de parásito. Debe existir un abrevadero con agua limpia, potable y con una temperatura no excesivamente fría. Es aconsejable que no sea agua estancada, sino que el agua sea corriente para que sea más apetecible para el caballo.
Durante los meses de marzo a mayo es cuando la hierba resulta un alimento óptimo, tanto por su sabor como por su valor proteínico, circunstancia por la cual debemos tener cuidado los primeros días que sacamos un caballo al prado, puesto que sin duda tratará de comer abundantemente y puede causarle algún daño. Hasta el mes de septiembre la hierba puede ser suficiente alimento, aunque si observamos que el caballo se siente decaído o que muerde las maderas deberemos cambiarle la alimentación. Si el año no ha sido bueno y la hierba no tiene ni la calidad ni la cantidad óptima habrá que pensar en proporcionarle algún aporte alimenticio.
En los caballos que se encuentran en régimen de semilibertad resulta imprescindible el uso regular de desparasitadores para evitar mayores problemas cuando están varios caballos en un mismo recinto.
Aunque el caballo está más libre en el prado se aconseja revisarlos por la mañana y por la noche para comprobar su estado y evitar males mayores.
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